“I think myself into love, I dream myself out of it”, Hazlitt.
Como dice Javier Marías en este libro “no sé si contaros mis sueños, son sueños más propios de un adolescente que de un ciudadano”.
Antes de continuar, agradezco a mis amigos, especialmente a Berna y a Antonio, a la primera porque es todo lo racional que yo no soy y es mi terapeuta, a Antonio por ser mi amigo, por estar, por su sabiduría y como dice la última canción que me regaló “La desvelada Vidalita”: “puede enseñarme a volar aunque no seguirme el vuelo, porque su corazón está apagado”, le agradezco por amar mi inocencia, y entregarme un silencio o una palabra, solo una, la precisa, la que mi alma necesita en ese momento, por adivinarme, por conocerme, por saber mejor que yo quién soy, le doy las gracias.
Hoy envidio la belleza de esta ciudad de noche, llena de luces que parpadean, que señalan lo infinito, lo amplio y diverso de esta y todas las ciudades, las hay rojas, amarillas blanquecinas y amarillas intensas, como diferenciando brillantes, desde aquí puedo verlas todas y admirar silenciosamente su paisaje, sin tocarlas me convocan a imaginar mis sueños, y tener una certeza de desconocido origen, que todos, absolutamente todos mis sueños serán concedidos por el tiempo, y por mi fuerza claro, por mis ganas, por esas que me mueven a pensar que un día, las personas se alarmarán menos, comprenderán más, serán capaces de leer los mensajes de otros sin sentirse atacados ni condenados, serán menos resentidos tal vez por sus pasados, mirarán con optimismo lo que viene y se dirán a si mismos que todo todo depende de lo que ellos hagan por conquistar sus cumbres, aunque ya sea invierno y baste algo más que un bastón para llegar. Sueño también que un día las personas se atreverán más, como me dijo mi sobrina ayer “no quiero un hermano hombre, no me gustan los niños porque tienen pene”, dado a mi me gustan mucho los hombres pensé en el porque de su comentario, sabio comentario por lo demás, si constato que los hombres piensan, actúan y deciden con una cabeza que precisamente no esta sobre cuello sino ente sus piernas, sueño con que un día, sean menos primitivos los encantadores hombres, un poco más sensibles y concretos, menos simplones, ególatras, habladores y perseguidos.
Un día esta ciudad se abrirá entera para todos y todas…también para mí…..en ese preciso instante celebraré la llegada de mi primavera, esa que no llega con los años, con los meses o con los días, sino con la conquista de mis cumbres.
Como dice Javier Marías en este libro “no sé si contaros mis sueños, son sueños más propios de un adolescente que de un ciudadano”.
Antes de continuar, agradezco a mis amigos, especialmente a Berna y a Antonio, a la primera porque es todo lo racional que yo no soy y es mi terapeuta, a Antonio por ser mi amigo, por estar, por su sabiduría y como dice la última canción que me regaló “La desvelada Vidalita”: “puede enseñarme a volar aunque no seguirme el vuelo, porque su corazón está apagado”, le agradezco por amar mi inocencia, y entregarme un silencio o una palabra, solo una, la precisa, la que mi alma necesita en ese momento, por adivinarme, por conocerme, por saber mejor que yo quién soy, le doy las gracias.
Hoy envidio la belleza de esta ciudad de noche, llena de luces que parpadean, que señalan lo infinito, lo amplio y diverso de esta y todas las ciudades, las hay rojas, amarillas blanquecinas y amarillas intensas, como diferenciando brillantes, desde aquí puedo verlas todas y admirar silenciosamente su paisaje, sin tocarlas me convocan a imaginar mis sueños, y tener una certeza de desconocido origen, que todos, absolutamente todos mis sueños serán concedidos por el tiempo, y por mi fuerza claro, por mis ganas, por esas que me mueven a pensar que un día, las personas se alarmarán menos, comprenderán más, serán capaces de leer los mensajes de otros sin sentirse atacados ni condenados, serán menos resentidos tal vez por sus pasados, mirarán con optimismo lo que viene y se dirán a si mismos que todo todo depende de lo que ellos hagan por conquistar sus cumbres, aunque ya sea invierno y baste algo más que un bastón para llegar. Sueño también que un día las personas se atreverán más, como me dijo mi sobrina ayer “no quiero un hermano hombre, no me gustan los niños porque tienen pene”, dado a mi me gustan mucho los hombres pensé en el porque de su comentario, sabio comentario por lo demás, si constato que los hombres piensan, actúan y deciden con una cabeza que precisamente no esta sobre cuello sino ente sus piernas, sueño con que un día, sean menos primitivos los encantadores hombres, un poco más sensibles y concretos, menos simplones, ególatras, habladores y perseguidos.
Un día esta ciudad se abrirá entera para todos y todas…también para mí…..en ese preciso instante celebraré la llegada de mi primavera, esa que no llega con los años, con los meses o con los días, sino con la conquista de mis cumbres.